martes, 16 de septiembre de 2008

Ese payaso me asustó


No soy persona de tener pesadillas, pero la que tuve anoche me dejo en vela por bastantes horas. Del fragmento que recuerdo un Señor desconocido y yo huíamos de un payaso. Sí, un payaso, y bastante siniestro. imagínense un ser con tal indumentaria que te persigue con una sonrisa en la cara, pero del que sabes que quiere atraparte para hacerte daño. Es horrible, yo anoche lo sentí.

Por un momento un Señor desconocido y yo estábamos juntos a un extremo de un gran jardin, en el otro extremo el estremecedor payaso. Cuando ambos nos encontrábamos muertos de pánico a mi se me ocurrió decirle al Señor desconocido algo de lo que luego me arrepentiría. Le dije que teníamos que enfrentarnos al payaso, irle de frente. Que no podíamos seguir huyendo.

El Señor desconocido me asintió y me hizo caso, se dirigió hacia el payaso que seguía quieto al otro lado del jardín mientras le seguía con su mirada cuando el Señor se le acercaba.

Yo miraba la escena desde mi sitio, sin moverme. Entonces al Señor desconocido le invadió el pánico y pasando a su vera corrió y corrió de frente pasando al payaso de largo, y éste a su vez le siguió.

Yo aún asustado corrí detrás de ellos con la ventaja en distancia que ya me llevaban. Habían bajado a un nivel más bajo del jardín desde donde yo me encontraba y por un momento les había perdido de vista. De pronto, una vez pasado el rasante vi al Señor desconocido de espaldas, pero esta vez con aspecto de niño y vi como el monstruoso payaso cogía una piedra grande del suelo y la estrellaba contra su cabeza.

Esa tremenda escena la veía mientras corría hacia ellos, después, por unos segundo perdí la visión mientras seguía descendiendo por la vereda y rodeando unos setos para llegar hasta ellos. Y ahí me los encontré de frente. El cuerpo del niño, antes el Señor desconocido, boca abajo, con una gran herida en la cabeza y un charco de sangre alrededor de ella. A su lado el maldito payaso que me observaba con su sonrisa siniestra y alzaba nuevamente la piedra sobre su cabeza para estamparla, con escandalosa sangre fría, por segunda vez sobre la cabeza del ahora niño ...

La escena me pareció tan fuerte e impactante que ya desperté sobresaltado. ¡Dios mío!, ¿qué fue eso? ¿Por que soñé cosa tan desagradable? Ni siquiera he visto películas fuertes ni noticias desagradables últimamente. Ya como comprenderán, con mi corazón a cien me costó reconciliar el sueño.

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